Para muchos nuestros hermanos son la peor decisión que pudieron haber tomado nuestros padres, pero la realidad es que, aunque a veces los odiamos, en el fondo sabemos que no podríamos vivir sin ellos. Pasan de ser amigos en nuestra infancia a cómplices en la adolescencia y llegan a ser un verdadero soporte uno del otro en la vida adulta.
viernes, 25 de noviembre de 2016
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